viernes, 26 de febrero de 2010

Poemania Nº 84 - Virginia Segret Mouro

POEMANÍA

la manía del poema…

Hoja literaria de aparición virtual

Nº 84/2007





“La poesía aprehende una realidad externa

en un acto de intuición creadora que funde

la presencia del mundo con la conciencia

del poeta...”

Emilio Sosa López









Poeta invitada: VIRGINIA SEGRET MOURO (*)





POEMAS –TANGO (2007)






CARTA NOCTURNA PARA EL BANDONEÓN DE TAIO



Tocáme un tango, Taio.

Un tango desconocido.

Una provocación inquietante.



Todo acorde tuyo desgarra

las amapolas desdeñosas de la intemperie.



Tocáme un tango, Taio.

Un tango imposible.

Un tango de sudestada en el río.

Una inundación incesante

que encrespe el límite vacilante

entre la piel de la noche

y el tuétano sangrante de los vinos.



Traéme acá tu bandoneón temblón,

que nos va de trinchera

la noche y sus lagartos y vigías.



Llenáme de aluvión de tango, Taio.

Tu música,

en el embrujo de esta noche

descampadamente azul,

cósmica,

tatuada con sus propias estrellas.



Para esta mirada que deshila

la penumbra insolente,

tango.

Para tanta extrañeza poseída

por el privilegio del secreto,

tango.

Para esta trashumante

acodada al filo del iris de su gato,

el temblor de ese beso.



El temblor de tu fuelle adolescente, Taio.









CARTA A LA CASA DE LA CALLE NECOCHEA, EN LA BOCA,

LA NOCHE DEL 7 DE FEBRERO DE 1993



Se chifló la marea de las aguas

sucias de este Río de la Plata.

Se chifló en un envión trastornado,

desbrujulada,

lenguaza sublevada.

Y yo

en tu balcón

mirando.



Calor de febrero y sudestada.



Sombras de ese atardecer,

harapos, jirones de carne viva

en el torrente de fango

y en mi melancolía.



Pasó un árbol meduseando.

Pasaron

un armario, un sillón de pana a azul,

una mesita de luz

y hasta un barco desanclado,

por la calle,

navegando.

Y yo, rehén,

en tu balcón

mirando.



Río

en la serpentina de su reviro.

Río desaforado, sacrílego, desangelado.

Se llevó desbocado la quietud de La Boca,

la madrugada libertaria,

la sábana, el pan,

el abrazo de amor.

Y yo,

en tu balcón.



Llorando.



7 de febrero de 2007









CARTA A LAS PALOMAS QUE HABITARON

LA PLAZA DE LOS DOS CONGRESOS EN EL AÑO 1958



Para tía Sara





En tropel descaballado así

a piojo y picotazo

y ahí va la bolsita mía de maíz.



Desde esa cosa tan allá, ustedes, palomas grises

de Congreso en el 58, ¿escuchan?

¿O no será que acaso

sobre las destartaladas aspas de El Molino

todavía están ahí y nos ven?



No hay manera de no ser melancólica

si me subo al cogote del caballo en la fuente

y cabalgo este silencio de equilibrio

en el sepia de la plaza, corceles de las esquivas espumas

y de aquel Buenos Aires con cinco años de corazón.



Ay, tía, te enredo aquí, en mis versos,

tornasol de ala azul de aquellas palomas...

Ay, tía, que ellas nos tuteaban atravesando la alegría de las dos.



Manos de las palomas indolentes

que arrullan nuestra merecida ración de infinito.

Espectros incendiando nuestra ceremonia de maíz.



Lo cierto, tía, es que esas

cagaditas blancas en el bronce verde del caballo

nunca, nunca, nunca

han podido huir.






CARTA AL SABOR DE LOS HELADOS QUE VENDÍAN EN LA PANADERÍA ORTIZ DEL BARRIO SAN CRISTÓBAL



Era con el amor ligero de los

grillos saltarines que los zapatitos

voladores

hallaban el atajo y aterrizaban en la

Panadería Ortiz

y bailaban

firuleteando

en el dibujo de las

baldosas calcáreas de la

Gran Panadería que

en la calle Cevallos vendía

los helados que

ciertos tórridos veranos

finalmente devoraron.



Desprevenido cataclismo para siempre.









Del libro “Antigales”, Ediciones Tenía razón el malón, 2007





QUILMES



1666



No elige el Diablo desaprensivamente

sus coronas.



I



Yo no cuento esta historia.

La dicen

los ojos soñolientos de las piedras:



“Y cayeron al vacío desplegando

las últimas alas bravas más ennoblecidas,

pájaros en la luz, contra las rocas.

El blanco quedó ileso.

La nube quedó ilesa.

El Sol los vio partir.”



Quiero yuntas de bueyes que puedan

desenterrar este olvido.





Del libro “ Memoria”, Ediciones Último Reino, 2006





Poema IX



En la canción concisa, de una sola nota,

apretada en la rápida explosión del trueno,

ahí nace y muere la vida.

Fugaz –esto ya sé que se dijo—

como la luz de las luciérnagas,

como un guiño, un roce, una pulsión,

como el chasquido del beso que partió del labio

o una desesperación cualquiera.

Lo dicen, hace siglos lo dijeron.

Ahora bien, yo creo

que hecha del fermento de los frutos más dulces

o de una pasta acre y terrible, resaca de la sangre sucia,

la vida pasa pero no se va, se queda retenida para siempre,

acá en el Universo, como la Memoria.

Así la carne de tu cuerpo y tu rebullir,

leve como la pluma, grávido como el núcleo metálico

de un planeta gaseoso.



Pasás y estás, y estás porque pasás,

--y así es con todo--,

y hundís una raíz como una pata enorme que se complace con el barro

quedándote:

hoy, una cabellera en llamas que remonta la almohada,

brazos que son colas de cometas semillando la luz,

boca, tu boca, ese gran temblor, esa colmena;

mañana, una nodriza oculta,

un gránulo de polvo en la lengua traviesa de un niño.



Todo es tan poco y tanto...



Que la vida es fugaz parece una certeza...

Sin embargo, a veces pienso

que no vale compararla con la efímera rosa

si la rosa es el corpóreo fantasma del instante inmortal.



No corras, Avril, para beberte el rocío del corazón de la rosa:

la flor y vos son una sola y misma cosa.

Olé y echáte desnuda bajo el sol,

renovándote hasta el último día como hace desde siempre la primavera.

Abrazá lo que llega, despedí lo que parte.

Hacé de tus dedos

felpa con que tocar, de tu boca

un cuévano que contenga otra boca amada,

un brote, un hocico,

una trompa pronta a descarnar las palabras del mal.

Que tus ojos sean

el géiser que se bebe el trino de todos los pájaros,

el hondón que atesora el espanto y la maravilla.

Coronáte de pámpanos y besos,

y pasá.

Pasá...





(*) Virginia Segret Mouro: nació en Buenos Aires (Argentina) en 1953. Reside en una casi centenaria casa de la localidad bonaerense de Banfield, rodeada de muebles y objetos muy viejos. Profesora de Castellano, Literatura y Latín, Maestra de inglés, se ha desempeñado como docente en los niveles secundario y terciario. Es autora de los libros “Poemario” (Agon Ediciones, 1984) y “Memoria” (Ediciones Ultimo reino, 2006). Publicó cuentos y poemas en diferentes medios. Coordinó talleres literarios y formó parte de jurados en varios concursos provinciales y nacionales. Participó de la Feria Internacional del Libro “Del autor al lector” y de la Feria Infanto-juvenil. Fue becada por la Xunta de Galicia (España) en dos oportunidades. Prologó libros de poemas, dictó conferencias sobre literatura prehispánica y latinoamericanas. Tiene inéditas cuatro novelas: “Annabella”, “Historia del Reino de Glabritania”, “La lectora y las rosas” y “Una canción para Elena”. Ha participado en diversas antologías del género. Algunos de sus poemas han sido musicalizados por los compositores Roberto Segret y Marcelo Ortiz Roca e interpretados en U.S.A y ciudades de Europa formando parte de repertorios líricos. En el 2004, fue seleccionada por Canal á para el programa de poesía “Hacenos el verso”. En este 2007, tiene prevista la publicación de su nuevo libro de poemas “Antigales” (Ediciones Tenía razón el malón).

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