POEMANÍA
la manía del poema…
Hoja literaria de aparición virtual
Nº 115/2007
“No me interesan los poemas bien hechos.
Al verlos mi tentación es decir: Ah, pero no es más que poesía.
Yo busco algo distinto, algo más que un buen poema...”
Raymond Carver
Poeta invitada: JULIA MAGISTRATTI (*)
EA
I
No sabe que está muerta,
sin mirada donde ir a parar;
atravesada por
la arruga mayor
con que se ha desvestido su cara.
La muerte es doble:
en un parte huele
y en la otra crece.
La muerta se sofoca
se apabulla
como un ladrón de frutas,
se desagua.
Y el cuerpo que no puede quedarse.
La muerta ahora nace
atraviesa el huevo
que ha madurado en tierra,
lo primero que ve
son fondos de casas,
objetos vistos desde atrás.
9
La abuela no vio
la guerra por la televisión,
no vio su nombre diciendo nada
en una lista por la paz.
Siente, debajo de la tierra,
trenes que van,
cosas trizarse,
derribamientos.
Y no hay imágenes;
sólo su oído
electrificado por la muerte
escucha a los que están entrando;
hasta que la tierra
termine de comer.
31
La abuela es esa señora
guiñando un ojo,
la más nítida entre todos;
a la que el mundo le ha concedido
el don de mirarnos.
Y no queremos morir.
Dos niñas que intercambian
años y pelos y las flores que
nos crecen cuando vemos
caer agua.
Dos ancianas que juegan
con una muñeca viva y
una muñeca muerta
y hablan el primer idioma de la tierra,
atadas al corazón
como un ancla sumergida en los cielos.
Y hacemos la lluvia
con el mismo esmero con que hacemos las verduras,
y pelamos el maní
para que suene la tarde
salpicada de cosas que también nos duelen;
y los insectos puedan componer
su rosa de los vientos
y la paloma despiojarse de las sombras.
Los días, nos sigan, y los
hijos no nacidos,
nos sigan
para que la abuela no tenga nieta,
para que la nieta no tenga abuela muerta.
¿ Escuchan una risa? Son ellas,
sobresalidas
y criándose.
42
Tierra caliente. Ese olor es el de despúes
de nombrarte a un muerto.
Luego te dicen “Ella anda cerca. Sólo sin modificaciones
puedes modificar el sitio donde ella estaba”.
Pero sobresales.
No puede tu cuerpo. Está
con su andrajo que lo piensa
y su hierro que lo cruza.
Y va por las calles humanas,
picado por los insectos, echando
aguas de sí al mundo.
Y pide espacio, le dan pan,
pide espacio, le dan hueso.
43
El jardín de la casa de mi abuela se está yendo.
Encierra, y no deja salir,
lejanos insectívoros motores.
Miro, y soy la que más está.
También la que más está es una enredadera
que se derramó sobre el tronco del níspero.
Toda vez que es níspero
debería haber resuelto
humedad, rueda, semilla;
pero crece la piedra vegetal
sacudida y sola
en medio del mundo de la rama
y el mundo que es lejos
cuando el níspero aparece.
De igual modo, la niña que no sabe que tiene corazón
truena, hace viento,
se enjuaga de la tierra
ojos colorados,
traga universo que hace perfumes,
tiene dolores blancos,
arenosos, que la hacen más suave,
siempre a punto de dar por terminada la tarde.
Es la que más está.
El tiempo pasa y pasa y se lleva todo.
Tal vez la vida sea esto:
ir olvidando jardines.
(*) María Julia Magistratti: nació en la ciudad de Azul (provincia de Buenos Aires, Argentina) en 1976. Estudió la carrera de Licenciatura de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Ha publicados los libros: "Alasitas" (Ediciones Honorarte, 2003) y "EA" (Ediciones El Mono Armado, 2007). Recibió el premio internacional de poesía Letras de Oro de la Fundación Honorarte en el año 2003. Reside en Capital Federal.
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